Por momentos de nadie se habló más, por aquel lanzamiento indescriptible. La mano grande le permitía lanzar con todos los dedos, y también con tres. Los entendidos no se ponían de acuerdo: ¿Sinker natural? ¿Nudillos? ¿Tenedor? Solo era una Bola Negrete, que perfeccionó para ubicarse entre los primeros del país, en época de gigantes.
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