En 1928, a la fría capital holandesa asistieron 2 971 atletas (cifra inferior a París 1924), de 46 países, aunque con una presencia femenina superior: 290. Este ascenso no se detendría, pues allí compitieron por primera vez en atletismo y gimnástica, a ello contribuyó la ausencia de Coubertin, quien nunca asimiló a las féminas en el campo y la pista. Para esta cita todos los países estuvieron aptos para competir, incluida Alemania y otros beligerantes en la I Guerra Mundial.
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